Como ya hemos mencionado antes, el uso y abuso de sustancias pueden derivar en otro tipo de patologías como depresión o ansiedad e incluso cuadros psicóticos. Dicha asociación puede darse de manera simultánea en el tiempo, o bien intercalarse a lo largo de la vida de esa persona.
A menudo es difícil discernir qué vino primero: el consumo, o el trastorno. Si el consumo fue la causa del trastorno, o viceversa.
Lo que sí está claro es que cuando existe dicha asociación (un trastorno mental junto con un consumo de sustancias), el pronóstico es peor: los estudios muestran una menor tasa de éxito en los tratamientos, una mayor prevalencia de suicidios (tanto de intentos como de suicidios consumados), un mayor riesgo de recaídas y de ingreso hospitalario y una mayor propensión a llevar a cabo prácticas de riesgo que les predisponen a otros problemas médicos (accidentes de tráfico, enfermedades de transmisión sexual…) y problemas sociales (rupturas sentimentales, conductas ilegales…).
Todo ello hace necesaria la detección sistemática y el tratamiento adecuado de la Patología dual, todo un reto para la sociedad actual, en la que por desgracia la incidencia de dicha patología es considerable, y los medios para enfrentarla no están siendo suficientes.
¿Cuál es la mejor forma de ayudar a personas con este problema?
Como siempre, todo parte de un programa individualizado de tratamiento, es decir, un programa adaptado a las características, necesidades y situaciones particulares de cada paciente.
El abordaje de la patología dual deberá siempre tener en cuenta de forma simultánea todos los problemas (el consumo y el trastorno mental), y tratarlos desde el primer punto de contacto.
Ello, sumado a un abordaje multidisciplinar en el que participan conjuntamente psicólogos, psiquiatra, y otros profesionales dependiendo de las necesidades específicas de cada caso, es lo que va a garantizar una mayor probabilidad de éxito en el tratamiento.