En general, podríamos decir que los rasgos de personalidad son patrones persistentes del modo de ver el mundo y relacionarse con él.
Cada individuo presenta sus propios rasgos de personalidad que le hacen único.
Cuando esos rasgos de personalidad son inflexibles, persistentes y causan malestar o deterioro funcional (laboral, social…), es cuando hablamos de trastorno de la personalidad.
Clásicamente, se han distribuido en tres grandes grupos:
Grupo A:
Los trastornos de personalidad paranoide, esquizoide y esquizotípico. Estas personas suelen describirse como «raros» o excéntricos
Grupo B:
Trastorno de la personalidad límite, histriónico, narcisista y antisocial. Se caracterizan por ser exageradamente dramáticos, emocionales o bien erráticos
Grupo C:
Los trastornos de la personalidad dependiente, obsesivo-compulsivo y evasivo. Suelen ser vistos como personas ansiosas o temerosas
Los trastornos de la personalidad conforman un amplio grupo, y profundizar en cada uno de ellos escapa al propósito de esta página.
No obstante, son relativamente frecuentes y causantes de gran malestar y problemas en la sociedad.
Con un adecuado abordaje psicoterapéutico, estas personas pueden mejorar mucho su calidad de vida.