La obesidad y el sobrepeso se han convertido en las últimas décadas en un problema de salud a nivel mundial
Algunos datos según la OMS
- La obesidad se ha triplicado desde los años setenta en casi todo el mundo.
- En 2016, más de 1900 millones de adultos tenían sobrepeso, y más de 650 eran obesos.
- En la población infanto-juvenil, las tasas de sobrepeso y obesidad superan los 340 millones, de los cuales, 41 millones son menores de 5 años.
¿De qué estamos hablando?
El sobrepeso y la obesidad se definen como una acumulación anormal o excesiva de grasa que puede ser perjudicial para la salud tanto física y mental. Se habla de sobrepeso ante un IMC (Índice de Masa Corporal) de 25, y de obesidad ante un IMC superior a 30 (kg/m2).
Aunque existen trastornos que pueden favorecer la obesidad (hipotiroidismo, síndrome de Prader-Willi…), sin duda la causa más frecuente tiene que ver con unos malos hábitos de vida, que dan lugar a un desequilibrio entre las calorías ingeridas (por exceso), y las gastadas (por defecto de actividad física).
¿Por qué es tan importante?
Más allá de lo puramente estético, el sobrepeso y la obesidad aumentan el riesgo de numerosos problemas de salud, como son:
- Enfermedades cardiovasculares: cardiopatías, accidentes cerebrovasculares
- Hipertensión arterial
- Diabetes
- Artrosis
- Cáncer (de endometrio, mama, ovario, próstata, hígado, vesícula biliar, riñón y colon)
- Síndrome de apnea obstructiva del sueño
- Hígado graso (esteatosis hepática)
- Hipercolesterolemia
- Depresión
- Ansiedad
Salud Mental y obesidad
La obesidad y la depresión son dos de los principales problemas de Salud Pública, siendo ambas altamente prevalentes.
Ambas suponen no solamente un impacto importante en la salud y la funcionalidad de las personas, sino que también afectan enormemente al gasto sanitario de un país.
Numerosos estudios ponen de manifiesto cómo la obesidad es un factor de riesgo de padecer trastornos del ánimo, ¡pero también viceversa!
Algunos datos sobre Salud Mental y obesidad:
- Más del 40% de las personas con depresión son obesas.
- Ser obeso implica un 55% más de riesgo de deprimirse.
- Además, se ha visto que el tratamiento de una de estas dos entidades (por ejemplo, de la obesidad), mejora significativamente el curso de la otra (en este ejemplo, depresión). [Jantaratnotai N, Mosikanon K, Lee Y, McIntyre RS. The inferface of depression and obesity. Obes Res Clin Pract, 2017].
- El sobrepeso en la infancia aumenta el riesgo de sufrir depresión mayor en la edad adulta. [Gibson-Smith D et all. Childhood overweight and obesity and the risk of depression across the lifespan. BMC Pediatr, 2020].
- Los niños y adolescentes obesos tienen mayor riesgo de sufrir síntomas depresivos, especialmente las mujeres y población no occidental. [Quek YH1, Tam WWS2, Zhang MWB3, Ho RCM1. Exploring the association between childhood and adolescent obesity and depression: a meta-analysis. Obes Rev., 2017]
- La ansiedad es más frecuente en sujetos con sobrepeso y obesos, que en población general [Amiri S, Behnezhad S. Obesity and anxiety symptoms: a systematic review and meta-analysis. Neuropsychiatry, 2019]
- La obesidad materna (más que la paterna) se asocia con un mayor número de reportes de niños con problemas de atención e hiperactividad. [Robinson SL et all. Parental Weight Status and Offspring Behavioral Problems and Psychiatric Symptoms. J Pediatr., 2020]
Es por todo lo anterior que depresión y obesidad deberían ser tratados de forma conjunta, sinérgica, y no como dos entidades independientes.
¿Cómo podemos tratar la obesidad?
Es bien sabido que los métodos convencionales (dieta y ejercicio) a menudo fracasan en estos casos.
Hasta hace poco, la cirugía bariátrica era la única alternativa realista para pacientes que no lograban disminuir su peso de forma significativa y saludable a pesar de múltiples intentos de modificar sus hábitos de vida, con la consecuente frustración y malestar asociados.
En los últimos tiempos se han desarrollado fármacos, los llamados análogos de la GLP-1, que inicialmente fueron comercializados para el tratamiento de la diabetes tipo 2, y que se descubrió que también producían un efecto saciante o reducción de apetito, lo cual a menudo se asociaba con una pérdida de peso de los pacientes.
A partir de ahí, se hicieron estudios específicos para averiguar si estos fármacos inyectables también servían para ayudar a las personas con obesidad a perder peso, aunque no fueran diabéticos, de forma segura.
Los resultados han sido positivos y, aunque en otros países como Estados Unidos existen varios fármacos análogos de la GLP-1 que han conseguido la aprobación para el tratamiento de la obesidad por la FDA (agencia reguladora del medicamento en ese país), como son liraglutida o semaglutida, en España solamente uno de ellos y tiene la aprobación en ficha técnica para ese uso.
Esto ha dado lugar a una situación complicada y controvertida, porque ha habido un aumento de demanda y en muchos casos un mal uso de este tratamiento, dando lugar a un problema de stock a nivel nacional que está afectando tanto a pacientes con diabetes como a pacientes con obesidad, que realmente tienen indicación para usar liraglutida.
En cualquier caso es fundamental reseñar que se trata de fármacos con prescripción médica, y NUNCA deben utilizarse sin indicación y supervisión de un médico. Además, es necesario que sea acompañado de unos cambios en los hábitos de alimentación y ejercicio físico y mantener estas rutinas saludables a largo plazo, pues de lo contrario, como es lógico, el peso perdido se puede recuperar.