Lo cierto es que mis padres nunca me dijeron qué tenía que estudiar, me dieron total libertad. Y como estudiar y aprender cosas me gustaba mucho, fui buena estudiante.
Cuando con diecisiete años tenía que elegir carrera, había varias opciones que me atraían y no sabía bien qué hacer. ¿Medicina?¿Biología?¿Psicología?¿Traducción e interpretación?. A esa edad no es tarea fácil tener que decidir a qué quieres dedicarte el resto de tu vida. Finalmente me decanté por Medicina, y la carrera me encantó. Me parece fascinante cómo funciona el cuerpo humano.
Luego tocaba escoger especialidad, y aunque también me gustaban varias, escogí Psiquiatría. Pero, ¿por qué?
De la biblioteca que había en casa de mis padres saqué decenas de libros sobre Neurociencia y Psiquiatría. Uno de mis favoritos, es el primer DSM (manual diagnóstico de Salud Mental americano) que leí cuando yo era adolescente. En él, mi padre había hecho decenas de anotaciones, subrayados y marcapáginas.
Tengo claro que me influenció mucho, de forma subconsciente, la huella de mi padre.
Gran médico de familia, muy culto, ávido lector y escritor, le apasionaba todo lo relacionado con la Salud Mental y el estudio de la mente y el cerebro. Él me hablaba mucho sobre el tema, y aquello caló en mí. Era tal su pasión por la Salud Mental, que un día a la semana pasaba consulta de Atención Primaria atendiendo exclusivamente a pacientes con trastornos mentales (si había alguno grave, por supuesto lo derivaba a Salud Mental).Y a cambio, le daban más tiempo para sus pacientes. Era conocido por su sentido del humor y su empatía, hasta el punto de que aunque ya llevaba años jubilado, a día de hoy todavía me paran por la calle sintiéndose agradecidos por cómo mi padre les trató, lo cual me emociona muchísimo y me anima a ser, por lo menos, la mitad de bueno que era él. Me enseñó a escuchar a los demás sin juzgar, a tratar de ayudar a los demás si estaba en mi mano, a ser justa y a tratar de ser humilde y cercana.
Una de sus frases que más recuerdo es:
» Todo el mundo tiene algo que enseñarte. No te creas más que nadie por tener una carrera. Ten la mente y las orejas bien abiertas y verás todo lo que aprendes del que menos te lo esperas».
Como ves, estoy muy orgullosa de él, y yo creo que él, desde donde quiera que esté, también lo estará de mí.
Puedo decir que elegí la Psiquiatría por la innegable influencia de mi persona favorita.
Gracias, y un beso, papá.