Los trastornos neurocognoscitivos engloban aquellos trastornos en los que el síntoma principal es un déficit de la función cognitiva que no ha estado presente desde el nacimiento o la infancia temprana, y es por tanto adquirido.
Aquí se engloban la demencia tipo Alzheimer, la demencia vascular, la demencia por VIH, la demencia por cuerpos de Lewy, la demencia debida a traumatismo craneoencefálico o a la demencia asociada a la enfermedad de Parkinson, entre muchas otras menos frecuentes, como la enfermedad de Huntington.
Cuando hablamos de déficit en la función cognitiva, nos referimos a que se ven afectadas funciones superiores tales como la atención compleja, la memoria, el aprendizaje, la función ejecutiva (planificación, toma de decisiones, memoria de trabajo, flexibilidad mental…), el lenguaje (expresivo y receptivo), el reconocimiento de emociones, y las habilidades perceptuales motoras (p. ej., el reconocimiento facial, dibujar, copiar objetos…).

La persona podría presentar inicialmente despistes, olvidos, que se irían haciendo más evidentes con el tiempo. Podría desorientarse en la calle, o presentar cambios en su forma de ser.
Es muy importante distinguir una demencia de una pseudodemencia: las personas mayores que presentan depresión, a menudo presentan algunos de los síntomas que se presentan en la demencia, sin que ello signifique que la presenten.
Con un adecuado tratamiento, dichos síntomas desaparecen.