Pérdida de peso con liraglutida

La liraglutida es un medicamento agonista de la GLP-1. Cuando se une al receptor de GLP-1 (GLP = Glucagon-Like Peptide), se producen los siguientes efectos: se estimula la liberación de insulina (por lo que tiene su utilidad en diabetes tipo 2), se estimula el centro de la saciedad, disminuye la liberación de glucagón, se retrasa el vaciado gástrico, lo cual a su vez genera sensación de saciedad y retarda la absorción de glucosa.

Al generar sensación de saciedad, el apetito desaparece o se disminuye significativamente, por lo que la persona ingiere menos cantidad de comida, y esto facilita la pérdida de peso.

En España existen otros fármacos agonistas de la GLP-1, como son la exenatida y la semaglutida.

Es fundamental que, como medicamentos que son, sujetos a prescripción médica, estos tratamientos se hagan bajo supervisión y con la indicación de un médico. Los fines de este artículo son divulgativos, y nunca pueden sustituir el seguimiento médico.

Además, no podemos olvidar que esto no es más que una ayuda para aquellas personas que por los medios tradicionales (dieta, ejercicio físico) no consiguen mantener un peso saludable, pero nunca debe ser un sustituto de esos medios, sino un complemento. Será esencial, como con cualquier otro método, establecer y afianzar unos hábitos de vida saludables (mejorar la alimentación y adquirir hábitos de ejercicio físico) para mantener la pérdida de peso en el tiempo, y con ello disminuir los factores de riesgo asociados al sobrepeso y la obesidad.

Los efectos secundarios más frecuentes son náuseas, sensación de pesadez, diarrea,  estreñimiento, vómitos, flatulencia y reflujo grastroesofágico. Estos efectos suelen ser pasajeros (desaparecen a los pocos días o pocas semanas), y para reducir el riesgo de padecerlos se hace una titulación progresiva de la dosis (se va aumentando dosis semanalmente). Es importante mantenerse hidratado. Y si aparecen náuseas, beber en pequeñas cantidades para evitar los vómitos.

Aunque inicialmente se comercializó como tratamiento para diabetes, el riesgo de hipoglucemia, es decir de producir niveles bajos de glucosa en sangre es bajo, ya que el efecto hipoglucemiante de los agonistas GLP-1 es dependiente de los niveles en sangre de glucosa. Esto significa que si los niveles de glucosa empiezan a ser bajos en sangre, el fármaco deja de tener ese efecto hipoglucemiente, por lo que los niveles no continúan bajando.

Otros efectos posibles pero menos frecuentes son cefaleas, mareos, aumento del pulso (2 latidos por minuto en los estudios, con lo que no es algo clínicamente significativo).

También se ha descrito algún caso de pancreatitis y cálculos biliares, pero estas complicaciones parecen estar más bien relacionadas con la pérdida importante de peso de manera relativamente rápida, más que con el fármaco en sí. No obstante, en caso de dolor abdominal intenso, es importante consultar a un médico.

Se realiza mediante una pluma precargada que se administra mediante inyección subcutánea diaria. La aguja es muy fina, similar a la de la insulina que utilizan los diabéticos.

Las zonas típicas de administración son el abdomen, la cara anterior de los muslos, o la zona superior de los brazos.

Se debe administrar todos los días aproximadamente a la misma hora, independientemente de la ingesta de alimentos y del momento del día. Símplemente debe elegirse el momento que resulte más cómodo para incorporarlo a su rutina diaria.

Es importante seguir las instrucciones del médico para su correcta administración.

Las plumas sin usar deben conservarse en nevera. Pero una vez iniciada una pluma, no necesita refrigeración, aguantando a temperatura ambiente (hasta 30ºC) durante un mes.

La dosis inicial es de 0’6 mg, → 1’2 → 1’8. A partir de ahí, te explicaré en consulta cómo proceder con respecto a los ajustes de dosis.

La liraglutida se comercializó en España en el año 2016, y un poco antes en EEUU. Fue aprobado en Enero de 2015 por la CHMP (Committee for Medicinal Products for Human Use) como un fármaco seguro y eficaz para la pérdida de peso junto con medidas dietéticas y ejercicio físico. Está indicado en sujetos con un IMC igual o superior a 30 kg/m2 (obesos), o bien con un IMC a partir de 27 kg/m2 (sobrepeso) y una comorbilidad relacionada con el sobrepeso (prediabetes, diabetes tipo 2, SAOS, HTA…).

Su uso fuera de indicación (“off-label use”, o uso “fuera de ficha”) no está recomendado, y por supuesto se trata de un medicamento que SOLAMENTE debe utilizarse BAJO PRESCRIPCIÓN Y SUPERVISIÓN MÉDICA.

No hay estudios de uso en embarazadas o personas mayores de 75 años, por lo tanto no se recomienda su utilización en estos grupos poblacionales, al no conocerse su seguridad.

Sucede lo mismo en aquellas personas con insuficiencia renal grave, insuficiencia hepática grave, o insuficiencia cardiaca severa.

No hay contraindicaciones específicas del fármaco, salvo que aparezca alguna reacción alérgica.

Desde su comercialización, se continúan realizando estudios para ampliar conocimientos del uso del fármaco, tanto sobre su seguridad como su eficacia en otras áreas (esteatosis hepática, síndrome de ovarios poliquísticos…), y en un futuro próximo podremos ampliar esta sección del artículo.

Recientemente se ha aprobado en Europa el uso de liraglutida en población infantil obesa, a partir de 12 años de edad, una vez demostradas su eficacia y seguridad en este grupo de edad.

Además de liraglutida, han ido apareciendo nuevos fármacos del mismo grupo como semaglutida. Estos fármacos también tienen un efecto supresor del apetito (anorexígeno), y seguro que irán apareciendo nuevas moléculas e indicaciones conforme se vayan ampliando los conocimientos en esta área, en la que se sigue investigando mucho.

No podemos olvidar que la obesidad es considerada a día de hoy una enfermedad crónica y recidivante, en la que se produce un estado de inflamación de bajo grado (lipoinflamación), por lo que en un correcto abordaje de la obesidad también tendríamos que atender a este proceso.

Queda claro y demostrado que los fármacos descritos aquí ayudan a reducir la ingesta porque suprimen el apetito y enlentecen, en términos generales, el aparato digestivo. Pero quedarnos ahí sería insuficiente.

Es fundamental ayudar a cada paciente a establecer unas pautas saludables (dietéticas, de actividad física y de relación con la comida) adaptadas a cada individuo, para que sea capaz de mantenerlas a largo plazo y así evitar un aumento de peso posterior cuando se haya alcanzado el objetivo de peso deseado.

Evaluaré tu caso de forma individualizada para ofrecerte lo que mejor se adapte a tus necesidades.

Ha demostrado ser clínicamente eficaz en varios estudios clínicos que incluyeron a 5800 sujetos con obesidad y sobrepeso, fue comparado con placebo. En esos estudios, mostró una reducción del 7,5% del peso de sus usuarios, en comparación al 2’3% de pérdida en pacientes que fueron tratados con placebo. Además, los sujetos, continuaron disminuyendo peso durante las primeras 40 semanas de tratamiento. La pérdida de peso fue mayor en mujeres que en hombres.

En caso de no ser eficaz después de doce semanas a dosis máxima (3 mg/día), se recomendaría su discontinuación por falta de eficacia.

Es importante combinarlo con unos hábitos de vida más saludable en lo que respecta a la alimentación y al ejercicio físico para asegurar el mantenimiento de los resultados obtenidos.

No debe administrarse durante el embarazo o la lactancia. Es mejor esperar después de este periodo para empezar el tratamiento.

Por otra parte, he tenido casos de mujeres con obesidad y problemas para quedarse embarazadas a las que les han recomendado perder peso antes de iniciar un tratamiento para la fertilidad, para así aumentar las probabilidades de éxito y disminuir los riesgos del embarazo y parto.

El tratamiento debe utilizarse el tiempo que sea preciso hasta alcanzar el objetivo, mientras el tratamiento esté siendo útil. No hay un tiempo máximo indicado, o un tiempo mínimo.

Tampoco es un tratamiento para mantenerlo toda la vida, ni mucho menos. Lo cierto es que tras un uso prolongado, el cuerpo puede acostumbrarse al fármaco, y éste puede ir disminuyendo su eficacia. Por eso es un tratamiento que solamente debería pautarse a personas realmente motivadas para lograr sus objetivos y dispuestas a esforzarse con el “empujón” que les aporta el tratamiento, ya que de esta forma lograrán sus objetivos antes de que el fármaco, potencialmente, deje de surtir efecto.

Esta potencial pérdida de efecto no es que suceda al cabo de semanas, pero podría ocurrir al cabo de los meses. Tampoco es igual en todas las personas: hay quienes no notan esa pérdida de eficacia, y otras que sí.

Hay quienes notan resultados con dosis bajas, y quienes necesitan subir a 3 mg/día para notar sus efectos. Lo que sí puedo decir es que el porcentaje de éxito en la pérdida de peso, a mayor o menor ritmo, es brutal. Si no fuera así, no estaría teniendo tanto éxito.

Eso sí, no debemos olvidar que se trata de un fármaco, y por tanto debe haber una prescripción y una supervisión médica detrás.

Como con cualquier tipo de método, incluida la cirugía y el balón gástrico, si después uno vuelve poco a poco a los viejos hábitos, el peso se puede recuperar. No existen las dietas «milagro», y si os las ofrecen, deberíais huir de ellas.

Es una cuestión matemática: si se come más de lo que se gasta, el resultado es el aumento de peso. Si uno empieza el tratamiento, debería entenderlo como una oportunidad para recuperar un peso y unas costumbres saludables.

Debería aprovechar ese periodo en tratamiento para reeducar el cuerpo y la mente, acostumbrarse a moverse más (coger las escaleras en vez del ascensor, caminar más todos los días, hacer algún deporte…), ser más conscientes del propio cuerpo y de lo que come, entender por qué come (¿comes porque tienes hambre? ¿o por estar nervioso/a, aburrido/a…).

Tomar conciencia de lo que se come y por qué, es muy útil para evitar comer en exceso o alimentos poco saludables. La liraglutida elimina el apetito y con ello se va perdiendo peso, lo cual a su vez mejora el estado de ánimo y la motivación de los pacientes por seguir ese camino, y debería ser el comienzo de una nueva etapa, una etapa con una relación diferente y más sana con la comida y con el propio cuerpo.

Muchos me preguntan cuántos kilos pueden llegar a perder con liraglutida, o cuánto se tarda en perder peso. Lo cierto es que es un tratamiento muy útil para ayudar a perder peso, principalmente porque suprime el apetito y enlentece la digestión.

No se trata de una sustancia “quemagrasas” ni nada por el estilo, por lo que el ritmo de pérdida depende de otros factores. La edad de la persona, el sexo, su masa magra (músculo) y otras cuestiones también influyen, pero principalmente depende de si al tratamiento se le añade ejercicio físico o no, de la intensidad y la frecuencia del mismo, y del tipo de dieta que se siga.

Por poner un ejemplo, una persona que haga deporte 4 veces en semana y siga una dieta hipocalórica de unas 1200 kcal diarias, va a perder más rápido que alguien que siga manteniendo una vida sedentaria (sillón-oficina-cama) y no haga un registro de sus comidas (es decir, no anote lo que va comiendo para realmente tener claras las kcal que ingiere y tomar conciencia de lo que come).

La segunda persona del ejemplo probablemente también pierda peso, la liraglutida suprime su apetito y tienda a comer menos de lo habitual, pero también es más probable que esa persona acabe recuperándolo cuando acabe tratamiento, puesto que no ha aprendido nuevos hábitos de vida más saludables.

Al final, la pérdida de peso viene determinada por el hecho de que la cantidad de comida que ingiramos sea menor que la cantidad de energía que gastamos en el día. Eso es así. La liraglutida únicamente es una ayuda (una gran ayuda, diría), para hacer las cosas bien.