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Mucho se ha hablado de las consecuencias psicológicas y socioeconómicas de la pandemia por COVID-19. El aislamiento social, el impacto económico, la propia enfermedad (ya sea propia o de nuestros seres queridos) o el miedo a enfermar de muchos, pueden tener un impacto emocional importante. No obstante, se ha prestado menos atención al papel del virus en sí sobre el sistema nervioso y sobre la psique.
Un reciente artículo publicado en Medscape, pone el foco sobre esta cuestión, y pretendo resumirlo a continuación. El título de dicho artículo, para quien quiera leerlo al detalle, es «¿Cuál es el futuro neuropsiquiátrico de los pacientes que han cursado con COVID-19? – Medscape – 21 de jul de 2020. »
Por un lado, el autor distingue los síntomas neuropsiquiátricos derivados directamente de la infección por el virus, y por otro lado los derivados de los tratamientos y la hospitalización para combatir dicha infección.
Se ha visto que pacientes infectados por el SARS-CoV-2 (COVID-19), pueden desarrollar síntomas como cefalea (dolor de cabeza), fatiga (cansancio), obnubilación (alteración de la conciencia), encefalopatía (inflamación del sistema nervioso), delirium (pérdida del contacto con la realidad con alucinaciones y delirios, junto con desorientación fluctuante temporo-espacial), anosmia (pérdida del olfato) y ageusia (pérdida del gusto).
Algunos de estos síntomas se resuelven pronto, aunque otros pueden durar meses, o incluso cronificarse. Sería el caso de la cefalea, la fatiga, la obnubilaación, secuelas neuropsiquiátricas como deterioro cognitivo, trastornos mentales como depresión, ansiedad, trastorno por estrés posttraumático, trastornos obsesivos, trastornos psicóticos, o incluso enfermedades desmielinizantes (neurodegenerativas).
Por otro lado, no hay que olvidar las posibles secuelas o síntomas derivados de la hospitalización en planta o en cuidados intensivos, de la ventilación asistida, o de los tratamientos farmacológicos como por ejemplo los inmunomoduladores: los corticoides pueden producir depresión, psicosis, delirios, manía, hipomanía… aunque estos efectos suelen desaparecer al retirar el fármaco.
Ya hay estudios que han puesto de manifiesto los síntomas neuropsiquiátricos presentes en pacientes afectados por COVID-19. A día de hoy, aún se desconoce si existen factores de riesgo atribuibles a la infección viral en sí misma, o a la respuesta inmune del hospedador.
Un estudio detectó una mayor frecuencia de antecedentes de depresión en pacientes con infección por la cepa humana HcoV-NL63. No obstante, aún queda mucho por estudiar.
Como bien dice el autor, la carga neuropsiquiátrica de esta pandemia es aún desconocida, y sería interesante monitorizar dichos síntomas a largo plazo en estudios longitudinales para tratar de determinar posibles relaciones causales entre la infección y los síntomas sobre el sistema nervioso.