Bipolar-updates-2018

El pasado viernes 18 de Mayo pude acudir a una jornada docente titulada «Bipolar updates, 2018«, que fue impartida en Málaga capital por el Dr. Pedro Iborra, psiquiatra del hospital de día de San Juan de Alicante, atendiendo principalmente a pacientes con trastorno límite de la personalidad, y también el Dr. Luis Gutiérrez Rojas, a quien además tengo el placer de conocer ya que es el presidente de GETBA, asociación científica andaluza sobre trastorno bipolar de la cual soy miembro, y quien probablemente se encargue de dirigir mi tesis en un futuro no tan lejano.

En estas charlas se trataron tres temas concretos:

El primer tema a tratar fue el concepto de «empowerment» (o «empoderamiento») del paciente, que básicamente consiste en la capacitación y fortalecimiento del paciente y sus familiares con el fin de que puedan participar activamente en su autocuidado. Ello implica no solamente el hecho de informar al paciente sobre lo que le sucede en un lenguaje llano, sino además educarle, formarle en aquello que le concierne con respecto a su salud, para adquirir conciencia y capacitación sobre la enfermedad que padece. Esto permite facilitar la emancipación, autogestión y autoconfianza, y finalmente conseguir una mayor adherencia terapéutica y cambios positivos.

En definitiva, se trata de que el paciente enfrente su enfermedad de una forma activa, involucrándose en el control de su propia salud. De esta forma, el paciente conocerá bien su enfermedad y la mejor forma de afrontarla, y se promoverá un uso responsable de los recursos (por ejemplo: sabiendo ante qué signos o síntomas debe pedir ayuda a su médico de forma urgente, etc).

Hace no tanto tiempo, el rol del médico era un rol paternalista, en el que el paciente se ponía en las manos de su doctor a ciegas, y éste tomaba las decisiones que consideraba mejores para el paciente. Hoy en día, el rol del médico ha cambiado, y lo que debemos hacer es informar al paciente en un lenguaje adaptado a su capacidad de entendimiento, para que sea el propio paciente el que libremente tome decisiones sobre las distintas opciones de tratamiento, valorando los pros y contras de los mismos. Se fomenta, pues, un trabajo en equipo entre el paciente y los terapeutas, para juntos promover el bienestar del paciente.

El segundo tema que se abordó, fue el de «psiquiatría traslacional«, que para no extenderme en exceso, consiste en trasladar los distintos descubrimientos que se van alcanzando a nivel de investigación, a la práctica clínica. A menudo se descubren genes implicados en enfermedades, o hallazgos en imagen cerebral que son más frecuentes en personas con una enfermedad mental que en personas sanas, por poner algunos ejemplos. Pero, ¿qué aplicación práctica tienen dichos hallazgos? No siempre es fácil encontrar dicha utilidad, ya que las enfermedades mentales son complejas, multifactoriales y complicadas de objetivar o medir. La psiquiatría traslacional trata de encontrar la relación entre la teoría y la práctica.

El último tema a tratar en este fructífero día tuvo que ver con la molécula de asenapina (nombre comercial: Sycrest o también Saphris en otros países). Se trata de un antipsicótico atípico aprobado por la FDA para esquizofrenia aguda y mantenimiento (en EEUU), y para las fases maniacas o mixtas del trastorno bipolar (en EEUU y Europa), ya sea en monoterapia o en asociación con un estabilizador del ánimo como el litio o el valproato. También se usa para las fases de mantenimiento del trastorno bipolar.

Ésta fue una charla bastante interesante ya que todos los asistentes y ponentes pudimos poner en común nuestras experiencias con el uso del fármaco en la clínica.

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En la imagen de arriba nos aparecen todos los receptores en los que interviene, y la afinidad por dicho receptor. Gracias a su perfil receptorial, características farmacocinéticas y farmacodinámicas, asenapina puede ofrecer algunas ventajas frente a otros antipsicóticos.

Para los que no sean expertos en la materia, destacar de esta molécula su rapidez de acción frente a otros antipsicóticos al ser de administración sublingual (lo que permite una menor estancia en hospitalización, y además evita que pase por el hígado, algo especialmente útil en pacientes con hepatitis, hígado graso…), su potencial ansiolítico sin ser excesivamente sedativo, de forma que tranquiliza y permite no tener que recurrir al uso de benzodiazepinas (ansiolíticos como el rivotril, el trankimazin, el diazepam, etc., útiles para calmar la ansiedad, pero con perfil adictivo) y su buena tolerancia en general.

¿Una de las «pegas» principales? Su sabor, conocidamente amargo, y que no se debe beber ni comer nada hasta pasados 10 minutos tras la toma, para no alterar su absorción. Como digo, es sublingual: se coloca bajo la lengua y se espera a que se absorba en unos segundos. No debe masticarse ni tragarse, pues si se traga no hará ningún efecto. Algunos pacientes utilizan un pequeño truco para hacerlo menos desagradable, que consiste en utilizar colutorio (por ejemplo Listerine) antes de la toma. El colutorio adormece un poco la boca, y así la toma se hace menos desagradable.

Eso es todo por hoy, os dejo un par de imágenes de Málaga ¡hasta el próximo día!

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